Blog para la asignatura crítica de cine

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domingo, 27 de junio de 2010

"La Trampa de la Muerte", Sidney Lumet, 1982


  • Título Original: Deathtrap
  • Año: 1982
  • Duración: 116 min.
  • País: EEUU
  • Director: Sidney Lumet
  • Reparto: Michael Caine, Christopher Reeve, Dyan Cannon, Irene Worth, Joe Silver, Henry Jones
  • Género: Intriga. Comedia

La trampa de la muerte o Deathtramp es la adaptación de la obra teatral más importante del escritor Ira Levin. Con ella, regresó al teatro, después de haberse dedicado íntegramente al cine. consiguiendo un enorme éxito en Broadway. Levin, además, es el autor de una gran lista de obras que han sido llevadas al cine como Rosemary's Baby, en español La semilla del diablo, de Roman Polanski, o Los niños del Brasil de Franklin J. Schaffner.


Sidney Lumet adaptó esta obra a principios de los 80 manteniendo muy fielmente la estética teatral. En la película se plantea el momento de crisis que vive un autor de reconocido prestigio, Sidney, al que su ego le lleva hasta el punto de intentar asesinar a un ex alumno, Clifford. Éste, que es un simple aficionado, tiene una gran capacidad para la escritura de guiones. Sidney planeará un complot para asesinarlo y adueñarse de su obra para recuperar el éxito que ha perdido y superar su crisis personal y profesional.

La trampa de la muerte recuerda mucho a otra película
¡Qué ruina de función!, de Peter Bogdanovich (1992), una comedia teatral que que narra los avatares del estreno de una obra de teatro llena de delirantes y divertidos contratiempos y en la que, curiosamente, se cuenta con los mismos actores protagonistas: Michael Caine y Christopher Reeve.

La teatralidad de
Deathtramp está presente sobre todo en el decorado, la interpretación y el desarrollo de la historia, que invisiblemente y sin marcas de ningún tipo, parece estar estructurada en 3 actos.

Toda la película se desarrolla en un mismo escenario, la casa de Sidney y Myra, exceptuando el momento del entierro de Myra y algunos planos exteriores que nos sitúan temporalmente. Nos informa sobre si es día o noche, así como cuando se avecina una gran tormenta. Es muy importante este último dato ya que, en el final de la historia, el estado meteorológico cobra su cierta importancia e incluso se convierte en protagonista en ese momento, intensificando el desenlace.

Llama la atención que la película se desarrolle en una casa-molino, entera de madera, en medio del campo y alejada del ruído de la ciudad. Este uso de la madera se complementa perfectamente con el de la música, que en mi opinión, es inmejorable. La elección de un clavicordio y sus agudísimas notas es el acompañamiento perfecto para los momentos de tensión. Además, tanto el decorado de madera como la música, nos transporta a las antiguas obras de teatro de la Edad Media que solían llevar este tipo de instrumento.

Lo más significativo en esta película es sin duda la interpretación de Michal Caine, Dyan Cannon y el desaparecido Christopher Reeve. Al principio puede resultar un poco sobreactuado, pero con el desarrollo de la trama, el espectador se da cuenta que la película plantea lo mismo que les está ocurriendo a los personajes. Sydney Lumet introduce el recurso de la meta-obra, de la historia dentro de la historia; y ese thriller policíaco que prepara Clifford es en realidad lo que les está pasando a los protagonistas.
El carácter de los personajes es completamente opuesto; la inestabilidad emocional y la arrogancia de Sidney establecerán un perfecto tándem que se desestabilizará con la llegada de la astucia de Clifford.

Nada hace presagiar la estabilidad matrimonial de la pareja, pero todo es apariencia, todo es mentira. Las relaciones entre los personajes son una farsa. Lo que prevalece es la lucha por el éxito, aunque tengan que rodar cabezas.
Tras la muerte de Myra, la película derivará en la lucha de egos: Sydney VS Clifford. Al haber una relación más allá de la profesional, en la que intentan coproducir una obra, parece impensable que se pasen por alto los valores del respeto, el amor y la confianza. Casi siempre se muestra como el malo y el calculador a Sidney, pero Clifford lo tiene todo perfectamente calculado

La obra engancha al espectador porque está plagada de constantes giros. La sorpresa y el desconcierto son constantes; y la participación del espectador, aún mayor. Hace que se posicione del lado de uno u otro personaje para que a los dos minutos cambie de opinión. Es imprevisible que el falso asesinato del joven Clifford sea una perfecta artimaña para matar a Myra. Este primer giro desorienta al espectador, pero aún más cuando la complicidad de Sydney y Clifford va aún más allá de la relación profesor – alumno. ¡Son pareja!

La trama parece complicarse e incluso podemos sentirnos como si estuviéramos jugando al mismísimo
Cluedo. ¿Quién miente?; ¿Quién es el bueno, quién el malo?

Otro personaje que cobra mucha importancia es el de la vidente. Nos da información futura de la historia, nos adelanta acontecimientos. Lo que le permite a Lumet jugar con la mente del espectador. Nos esperamos que ocurra algo de lo que ya estamos prevenidos, pero no ocurre como nos lo hemos imaginado. Responsable de esto son los giros y la inteligencia de los personajes. Todo está cuidado al milímetro. Los símbolos y los detalles aluden siempre a referencias teatrales del propio Sydney, bien conocidos por su propio alumno Clifford, que le permitirá siempre salir airoso del complot del exprofesor. (¿Cómo es posible que supiera que Sidney se había equivocado de pistola?)

Hay un momento de inflexión en el desarrollo, al principio del tercer acto. Se establece una extensa conversación entre los protagonistas en la que no se sabe muy bien a dónde quiere llegar Lumet. Se rompe el ritmo de la película y se puede hacer un poco pesado. Pero todo presagia un sorprendente final.

La última escena se intensifica con la tormenta y con la llegada de la temida vidente y sus constantes palpitaciones negativas. El clímax de la historia, en donde ambos protagonistas luchan por la autoría de una obra que no debe ser representada por el más que posible esclarecimiento de la muerte de Myra, se resuelve con el mútuo asesinato de ambos completamente a oscuras. La escena solo estará iluminada por los repetidos rayos de la tormenta.

Finalmente y contra todo pronóstico es la vidente la que se hace con la obra y recibe todo el éxito.

Técnicamente es muy interesante el uso de los planos y los movimientos de cámara de Lumet. La dirección se adapta al desarrollo de una mismísima obra de teatro. Planos secuencia generales y bastante largos que marcan los actos de la propia obra.
No hay ningún zoom y pocos primeros planos. Predominan los planos generales enmarcando los distintos “sets” del escenario (el salón, la cocina, el dormitorio y el rincón de las armas).

El hecho de que los planos sean tan largos hace que se valore muy positivamente la interpretación de los personajes debido al grado de dificultad de las secuencias.

Un último dato a tener en cuenta: si hemos dicho que la historia trata acerca de un autor en decadencia llamado Sidney, ¿querrá decir algo que el propio director de la película se llame también Sidney Lumet?

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