Blog para la asignatura crítica de cine

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martes, 29 de junio de 2010

La hipótesis del cuadro robado, Raoul Ruiz, 1979


  • Título Original: L’hypothèse du tableau volé
  • Año: 1979
  • Duración: 66 min.
  • País: Francia
  • Director: Raoul Ruiz (AKA Raúl Ruiz)
  • Guión: Raoul Ruiz (AKA Raúl Ruiz), Pierre Klossowski
  • Música: Jorge Arriagada
  • Fotografía: Sacha Vierny (B&W)
  • Reparto: Jean Rougeul, Anne Debois, Alix Comte, Jean Narboni, Alfred Bailou, Bernard Daillencourt, Daniel Grimm, Jean Reno, Vincent Skimenti
  • Género: Drama


La hipótesis del cuadro robado me llamó mucho la atención por su originalidad. No es una película típica, está planeada completamente para aburrir, pero por otro lado, engancha bastante, sobre todo a los amantes la Historia del Arte, aunque para ello tienes que hacerte o acostumbrarte al ritmo de la obra.

A pesar de sus 66 minutos, es una película que se te puede hacer aburrida y larga; sobre todo, los primeros quince minutos. Esto es debido a que los planos son bastante largos y estáticos. En ellos no pasa nunca nada y su acompañamiento, cuando no es una voz en off, son las explicaciones del coleccionista y de manera muy pausada. Esto puede invitarte a dos cosas: a desconectar o a captar todos los detalles que ofrecen los encuadres.

La película en su totalidad es una obra de arte; y ya sea por el tema que trata, la música de ópera o los encuadres. Y es que, los planos están pensados como si de un cuadro se tratara.

El coleccionista narra la historia que encierra la serie de un supuesto pintor francés, Tonnerre. Éste, en el siglo XIX plasmó en distintos cuadros las diferentes imágenes de una ceremonia secreta. Una ceremonia que fue, a su vez interrumpida por las autoridades, dando lugar a un escándalo donde estaba implicada una conocida familia de la época.

A medida que se cuenta un pasaje concreto, se representa la escena de ese mismo cuadro. Para ello, Raoul Ruiz recrea diversos tableux vivants (pinturas vivientes) en la que los actores se colocan en la misma posición que en la composición plástica de Tonnerre.

Es inmejorable la interpretación de los actores debido a la complejidad de la situación. Deben estar completamente quietos para representar los cuadros y en planos secuencia bastante largos. No se mueven ni un ápice y hay alguna posición que otra tremendamente complicada.

Los únicos movimientos de cámara que hay en la película es cuando se presenta un tableau vivant. El objetivo se pasea por toda la geografía del cuadro para buscar esos restos de verdad oculta.

Para ello se adentra en la historia desde el exterior hasta el interior o alrededor de los personajes. Así podemos ver el máximo detalle y el cuidado de los planos. Quedá atrás la típica bidimensionalidad de los encuadres a los que estamos acostumbrados a ver. Con este procedimiento se confirma la perfecta planificación y el valor que se le otorga a la iluminación, ya que se trata de una película rodada en blanco y negro, recayendo toda su importancia en los contrastes lumínicos, la profundidad de campo y el desafío a la perspectiva.

En líneas generales, La hipótesis del cuadro robado es una película para el deleite visual. Invita a la contemplación del paisaje pictórico acompañado por una interesante historia que merece la pena conocer cómo se resuelve.

Por otro lado, lo único negativo que encuentro del film son los momentos en los que tienes que luchar contra tanta relajación debido a tan pausado ritmo, por ello, no aconsejo verla demasiado cómodo.

domingo, 27 de junio de 2010

"C.R.A.Z.Y", Jean-Marc Vallée, 2005


  • Título Original: C.R.A.Z.Y. (CRAZY)
  • Año:2005
  • Duración: 127 min.
  • País: Canadá
  • Director: Jean-Marc Vallée
  • Guión: Jean-Marc Vallée, François Boulay
  • Música: Pink Floyd, David Bowie, Patsy Cline, entre otros.
  • Fotografía: Pierre Mignot
  • Reparto: Michel Côté, Danielle Proulx, Marc-André Grondin, Émile Vallée
  • Premios: 2005: Festival de Toronto: Mejor película canadiense
  • Género: Drama | Homosexualidad

Sinceramente, no quise leer nada absolutamente que tuviera que ver con esta película antes de verla para enfrentarme a ella de la forma más pura posible. Así que me acomodé en mi habitación para ver Crazy. en la tarde de un domingo cualquiera con la mente completamente en blanco y receptiva a lo que Jean-Marc Vallée me quisiera contar.


La verdad, el título de Crazy no me inspiraba nada, ningún dato, ninguna idea. Pronto, la escena de un parto y el consiguiente nacimiento de Zachary, el cuarto de cinco hermanos me situará en el seno de una familia muy tradicional residente en Canadá durante la década de los 60, 70 y principios de los 80.


De clase media alta, los padres de Zac, previamente habían engendrado 3 hijos, todos varones. Así que durante los primeros 40 minutos del film me entretuve viviendo la bonita infancia de estos cuatro hermanos, a la espera de un quinto, aunque al mismo tiempo sentía que la película me estaba empezando a aburrir.

Durante estos minutos nos daremos cuenta que Zac será un niño muy especial, diferente a sus hermanos. Ya, desde su infancia, se manifestará sus intereses y tendencias sexuales hasta el punto de llamar la atención de su padre, Gervais. La posible homosexualidad desde tan temprana edad, hará que éste se vuelque en la educación de su cuarto hijo para intentar “subsanar” la posible desviación. (No debemos olvidar que se trata de una familia muy tradicional con valores muy arraigados).

Se creará un vínculo muy especial entre padre e hijo que se romperá de alguna forma durante la adolescencia de Zac. Los problemas no tardarán en aparecer, sobre todo entre Zac y su hermano Raymond. Será ésta una relación muy difícil, y las constantes luchas interiores de Zac por negar la evidencia de su homosexualidad, darán lugar a ciertos enfrentamientos con su padre.

Al ser consciente de la decepción de éste, Zac hará todo lo posible para recuperar el estrecho vínculo que le unía con él desde niño, esa relación especial que no se retomará hasta que lleguen a aceptarse el uno al otro.
Esta relación será la trama más importante de la película. Todo girará en el intento de Zac por recuperar a su padre y de éste por aceptar a su hijo. Y se mantendrá la tensión emocional hasta el final de la película.

El amor está por encima de TODO


Jean-Marc Vallée narra una historia de amor, desesperada y familiar. Todo gira entorno al amor y el verdadero éxito de esta película es la inmejorable forma en la que está contada. La fluidez y la incertidumbre que plantean los acontecimientos hacen necesario el hecho de plagarla de detalles, metáforas y constantes guiños con el espectador para establecer esa identificación con los personajes. Así como por ejemplo el disco de Patsy Cline con el tema central “Crazy” se convertirán en el leit motiv de la película. El disco se convertirá en un personaje más y entorno a él se sucederán varios momentos importantes. El más reseñable para mí, cuando informan por teléfono de la muerte de Raymond y aparece Gervais en primer plano escuchando esta canción con unos cascos. Una escena más que conseguida.


Sin embargo, la película presenta en sus inicios un tono muy desenfadado y sobre todo, en clave de humor. Durante la infancia de Zac, la pantalla se inunda de tiernas imágenes, de navidades y cumpleaños llenos de color y diversión. Sin embargo, este colorido pronto se neutralizará; a medida en que se ahonda en las relaciones entre los miembros.


Lo más interesante es el dilema que plantea. A medida que vas viendo la película, desarrollas una profunda empatía hacia el protagonista; pero al mismo tiempo, también con su padre. Es decir, se le plantea al espectador un conflicto moral. Ambos tienen razón y es imposible ponerse de parte de uno u otro. No hay buenos ni malos. Se crea cierta incertidumbre y una inquieta espera para ver cómo se resuelve la historia.


Crazy
: una película de relaciones y de búsqueda.


Crazy
es una película de relaciones, sobre todo familiares. Plantea ciertos valores, que a simple vista, podrán resultar muy tópicos, como el amor, la religión, la homosexualidad y la familia. Pero están expuestos de tal forma que no llegan a caer en convencionalismos. El cuidado del director al tratar ciertos temas como las drogas, la muerte, la homosexualidad, sin profundizar mucho en ellos, puede hacer de Crazy una película algo superficial, pero no es el caso.


En su madre, Zac encontrará su salvadora. Esta relación quedará relegada a un segundo plano y no por ello menos importante. Pero la importancia en sí la tendrá la relación entre padre e hijo y la constante intermitencia de la misma.
Este conflicto generacional tendrá lugar debido a los nuevos valores que irá adoptando Zac a medida que va creciendo. Durante su adolescencia vivirá una constante búsqueda interior y una profunda lucha por definir su personalidad, en la que tendrá muchísimo que ver los valores culturales de la época: la música, las modas, el instituto, el hachís, la presión social, la iglesia…

En este sentido creo que Jean-Marc Vallée acierta de pleno con su personal contextualización cultural. Para los 70 hará uso de la música de Pink Floyd y David Bowie, un importantísimo icono gay que al mismo tiempo nos dará la información necesaria acerca de las posibles tendencias sexuales de Zac. Para los 80, Zac será un Dj de éxito. Dejará atrás los pantalones pitillo para vestirse con un estilo más electro-punk/emotive, es decir, con ropa de cuero y de color negro.


Con sus hermanos, la única relación que tendrá importancia es la que mantiene con su hermano Raymond, el más conflictivo. Zac será el hijo favorito, por su condición especial. Raymond será el rebelde cuyo final será bastante previsible.



Los caminos del Señor son inescrutables


Como expliqué anteriormente, la relación que mantiene Zac con su madre es completamente espiritual. Es la manera que tiene Jean-Marc Vallée de introducir la religión en el film, acompañado de ciertos elementos simbólicos como los crucifijos que portan tanto madre como el hijo, así como los cuadros decorativos del salón con el rostro de Jesucristo.
Zac heredará de sus padres los valores del Cristianismo y con ello, el sentimiento de culpa que emana de la propia moral cristiana y que se repetirá a lo largo de toda la película.

Los padres se sentirán culpables por la educación que le han dado a sus hijos. A su vez, Zac vivirá un completo infierno por sentirse diferente a los demás y defraudar a su padre.


Es interesante como el director presenta a Zac como “El Elegido”. Zac tiene la capacidad de curar hemorragias, como Jesucristo de hacer milagros. Es muy importante la simbología que adopta Jean Marc Vallé. Cuando Zac decide marcharse y emprender su viaje espiritual para encontrarse a sí mismo, no se marcha a un sitio cualquiera; Va hacia Jerusalem, hacia Tierra Santa. Allí mantendrá su primera relación sexual con un hombre. Éste representa fielmente la imagen iconográfica del Jesucristo occidental: un hombre joven de tez clara, pelo largo y barba. A partir de esto, Zac parece ver la luz y encontrarse a sí mismo.


Aunque creo que esta escena es interesante, rompe el ritmo que hasta ahora llevaba la película. El viaje a Jerusalem da un giro total a la trama. Aparecen escenarios nuevos, el ritmo que hasta la boda de Christian parecía estancarse, de pronto cambia. La trama “se actualiza” llegan los 80 y con la nueva década, un nuevo estilo musical: la música electrónica. Con ella se acelera la acción y a su vez, la muerte de Raymond que precederá el emotivo final del film.



Valoracion personal


Es una película que quizás no sea la mejor, pero si que opino que invita a sentir, a disfrutar y a reflexionar. Con ella he reído y he llorado, quizás también es una condición sine qua non mi proceder de una familia numerosa y todo lo que ello conlleva, que me hace desarrollar esa profunda empatía por Zac y su padre.


Por otro lado, es de agradecer, que el director no tenga intenciones de imponer ni dirigir la mirada del espectador hacia ningún valor concreto. La película es sensacional por eso, abre la veda de la discusión, de la reflexión sin dejar indiferente a nadie.

El uso de la música es inmejorable. Los valores culturales están muy bien definidos gracias al acompañamiento musical y las modas y los caracteres de los personajes. Hay un tema central como expliqué antes, “Crazy”, de Pasty Cline, así como la afición de Gervais por la chanson française, típica de los años 60.


Los momentos de gran tensión emocional son el monólogo final de Gervais y el abrazo de éste y su hijo Zac. Sólo por ello merece la pena ver esta película.


Al final, y pareciendo que ya no pudieran haber más sorpresas, es cuando se entiende el significado de su título: C.R.A.Z.Y , que no es más que el nombre de los cinco hermanos: Christian, Raymond, Antoine, Zachary e Yvan.

"Lucía y el sexo", Julio Medem, 2000


  • Dirección y guión: Julio Medem.
  • País: España.
  • Año: 2000.
  • Duración: 127 min.
  • Interpretación: Paz vega (Lucía), Tristán Ulloa (Lorenzo), Najwa Nimri (Elena), Daniel Freire (Carlos / Antonio), Elena Anaya (Belén), Silvia Llanos (Luna), Javier Cámara (Pepe).
  • Música: Alberto Iglesias.
  • Fotografía: Kiko de la Rica.

Con Lucía y el sexo Julio Medem pretende narrar una historia de búsqueda y huída del pasado al mismo tiempo. Con una estructura laberíntica, la película plantea una trama demasiado compleja aunque bastante profunda. Ésta se caracteriza por plantear los traumas de los propios personajes; todos trágicos, marcados por la muerte y la soledad familiar.

La carencia literaria para abordar la trama, así como la pésima interpretación de un elenco de actores procedentes todos ellos de la pequeña pantalla, harán que la película se vuelva pesada, incoherente y bastante confusa invitando incluso a la desconexión momentánea del espectador.

Considero que es una película bastante posmoderna y experimental pero en la que, a mi parecer, el guión es demasiado pretencioso para lo que de verdad es el resultado de la película: una fábula preciosista, contaminada de un misticismo barato mediante un simbolismo estúpido y de fáciles metáforas. Ya está bien de acudir a la Luna y el Sol para vestir historias.
No se puede dotar a un guión de tal complejidad y tal alto grado metafórico si luego se introducen diálogos y recursos estúpidos.

Se intenta contrarrestar esa carencia literaria como dije antes con la potencia visual, pero el resultado es decepcionante. Medem busca la estética sin justificar a través de una fotografía cuidada al detalle, así como con diálogos tópicos plagado de palabras biensonantes.

Es plausible la búsqueda de la estética digital, con planos de cámara en mano; de una fotografía en la que predominan los planos quemados y la saturación de los colores, en especial, del amarillo como si de un filtro polaroid se tratara. Y donde ese revestimiento de aire retro tan de moda sirviera de excusa para plantear tan profunda trama.


En cuanto a la personalidad de los actores, me parece demasiado trillado el recurso del escritor bohemio de buhardilla, así como el de la camarera perdida en la vida. Penoso el de la niñera experimentada y peor aún el de su madre, una actriz porno de los años 80. Me da la impresión de que el querer huir de los típicos estereotipos y el querer ser original, acaba gastándole una broma pesada a Medem.

No está de más comentar lo forzada e inverosímiles que me parecen las relaciones personales entre los personajes.
Para nada es creíble la escena del bar donde se conocen Lucía y Lorenzo. Esa maravillosa y fantástica relación que nace de una conversación en una máquina de tabaco.

La película comienza a ser confusa al mismo tiempo que Lorenzo escribe su nueva novela. Es entonces cuando se suceden multitud de flashbacks y las intromisiones entre realidad y la ficción de su novela con la aparición de nuevos personajes. No queda clara la relación que tiene con Belén, la niñera que conoce en el parque, la muerte de Luna, su hija, atacada por un perro o el novio de la madre de Belén, posteriormente acusado de asesinato. Esto desorienta al espectador, lo introduce en una profunda confusión y le obliga a desconectar.
Es difícil seguir la trama con claridad cuando no se sabe qué es lo que de verdad ha pasado y qué es lo que pertenece a su imaginación y a su novela.

Dentro de la trama, creo entender la intención de este guión tan aparentemente profundo Medem utiliza escenas y planos de sexo
explícito, ronzando casi el porno, para mostrar los 3 grados de sexualidad que vive Lorenzo: Sexo salvaje, con Elena fruto de la cual nacerá su hija Luna; Sexo y amor con Lucía y Sexo sucio con Belén.

Sin embargo, estos planos no aportan nada, más que intención poética y estética que ralentizan la trama y que además de no estar justificados, son innecesarios.

Por otro lado, la película decepciona completamente cuando terminas de verla y te das cuenta, que además de todo, quedan multitud de cabos sueltos. Por un lado no queda claro si la muerte de Luna es verdad o ficción. Es confuso aunque finalmente tienes que aceptar que ha pasado cuando la historia se traslada a Mallorca con el exilio de Lucía y de Elena anteriormente, que se va a la Isla por ese motivo precisamente.

Por otro lado, se introduce con calzador el personaje de Carlos, que además, desaparece porque sí. Y el asesinato de Belén y su madre se queda sin resolver.

Vergonzoso el recurso de la muerte de Luna atacada por un perro, así como el sonido de los pasos bajando la escalera de Pepe y Lorenzo. Final previsible donde los haya.

En lineas generales, película multisensacional y sensorial bastante tramposa y decepcionante.

"Moon", Duncan Jones, 2009


  • Título Original: Moon
  • Año: 2009
  • Duración: 97 min.
  • País: Reino Unido
  • Director: Duncan Jones
  • Guión: Duncan Jones, Nathan Parker
  • Música: Clint Mansell
  • Fotografía: Gary Shaw
  • Reparto: Sam Rockwell, Kaya Scodelario, Matt Berry, Malcolm Stewart, Benedict Wong, Dominique McElligott, Robin Chalk, Kevin Spacey
  • Género: Ciencia-Ficción. Intriga | Aventura espacial

Moon es una más que interesante película de ciencia ficción, que resulta muy llamativa gracias a un contenido atractivo y un mensaje profundo. Su visionado nos recuerda a otras películas del género que combinan realismo con un contexto dominado por los grandes avances tecnológicos. De tal forma, títulos muy distintos entre sí, como la coetánea District 9 o la mítica, 2001: Una odisea en el espacio son buenos ejemplos de cine con mayúsculas que tratan preocupaciones históricas del hombre, más allá de la pura acción (aunque a District 9 no le falte).

Ducan Jones trata acertadamente temas transcendentales como el de la soledad, la identidad y las políticas empresariales.

Sam Bell es un técnico destinado en una base lunar durante tres años. En este tiempo en la estación Sam deberá encargarse de controlar las cosechadoras que van extrayendo el mineral y del mantenimiento general de la base para lo cual le ayuda un sofisticado y amable robot Gerty.


La película comienza cuando a Sam le quedan tan solo un par de semanas de estancia en la estación. Es entonces cuando sufre un accidente a partir del cual se sucederán una serie de acontecimientos que le demostrarán que no está solo en la base y que en realidad su trabajo encubre una gran mentira de la que él, sin saberlo, forma parte esencial.


El film se desarrolla casi todo el tiempo en una base espacial completamente equipada para la vida humana, donde prima la estética minimalista. Todo está controlado por la tecnología, todo es programable. Sam vivirá durante tres años en un paisaje inhóspito, deshabitado, en la más profunda soledad. Su única compañía será la de Gerty, un robot que hace las veces de amigo, y su única motivación será la información proporcionada por la empresa, aunque bastante limitada, acerca de su mujer y su hija. Aunque todo será una completa farsa que Sam descubrirá poco después de su accidente.

La relación “Hombre – Máquina” cobrará protagonismo, sobre todo, en la evolución y empatía que Gerty desarrollará ante la situación de Sam. La inteligencia artificial se pondrá al servicio de la
humana. Gerty, acabará renunciando a su propia naturaleza y traicionará a su propia empresa, posicionándose de lado de Sam.

El tema de la identidad se plantea cuando Sam descubre la verdad. Él solo es un clon, uno entre miles. Estará programado para vivir 3 años y su inesperado accidente será decisivo para desmantelar la política empresarial.

Cabe destacar el impecable trabajo interpretativo de Sam Rockwell, sobre todo, en el papel de enfermo. La distinta condición vital de los clones introducirá la dicotomía vida/muerte. El primer clon que conocemos se irá desgastando poco a poco hasta morir. Sufriremos su decadencia física, moral y psicológica, su desilusión ante la vida y la desconfianza hacia la empresa.
Por otro lado, encarnando a la vida, veremos nacer un nuevo clon, lleno de vitalidad y que desde el principio lucha por saber su procedencia real.


Uno de los interrogantes que se abren en el transcurso de la película y cuya resolución queda en el aire, se produce con la llamada del primer clon a su hija. Al final de la conversación, ésta llama a su padre. Pero, ¿quién es su padre? ¿Se trata del Sam original? ¿Es otro hombre? Personalmente opino que este cabo queda suelto en la película y no se explica lo suficiente.

El desenlace, aunque previsible, está bien planteado, pues se mantiene en todo momento la duda de saber si escaparán o serán alcanzados por los técnicos de la empresa.
Es un poco previsible, como digo, aunque tampoco se podría esperar otro.

Finalmente, este nuevo clon de Sam Bell llega a la Tierra y desmantela toda la farsa que mantenía oculta la Corporación a través de los medios de comunicación.

"La Trampa de la Muerte", Sidney Lumet, 1982


  • Título Original: Deathtrap
  • Año: 1982
  • Duración: 116 min.
  • País: EEUU
  • Director: Sidney Lumet
  • Reparto: Michael Caine, Christopher Reeve, Dyan Cannon, Irene Worth, Joe Silver, Henry Jones
  • Género: Intriga. Comedia

La trampa de la muerte o Deathtramp es la adaptación de la obra teatral más importante del escritor Ira Levin. Con ella, regresó al teatro, después de haberse dedicado íntegramente al cine. consiguiendo un enorme éxito en Broadway. Levin, además, es el autor de una gran lista de obras que han sido llevadas al cine como Rosemary's Baby, en español La semilla del diablo, de Roman Polanski, o Los niños del Brasil de Franklin J. Schaffner.


Sidney Lumet adaptó esta obra a principios de los 80 manteniendo muy fielmente la estética teatral. En la película se plantea el momento de crisis que vive un autor de reconocido prestigio, Sidney, al que su ego le lleva hasta el punto de intentar asesinar a un ex alumno, Clifford. Éste, que es un simple aficionado, tiene una gran capacidad para la escritura de guiones. Sidney planeará un complot para asesinarlo y adueñarse de su obra para recuperar el éxito que ha perdido y superar su crisis personal y profesional.

La trampa de la muerte recuerda mucho a otra película
¡Qué ruina de función!, de Peter Bogdanovich (1992), una comedia teatral que que narra los avatares del estreno de una obra de teatro llena de delirantes y divertidos contratiempos y en la que, curiosamente, se cuenta con los mismos actores protagonistas: Michael Caine y Christopher Reeve.

La teatralidad de
Deathtramp está presente sobre todo en el decorado, la interpretación y el desarrollo de la historia, que invisiblemente y sin marcas de ningún tipo, parece estar estructurada en 3 actos.

Toda la película se desarrolla en un mismo escenario, la casa de Sidney y Myra, exceptuando el momento del entierro de Myra y algunos planos exteriores que nos sitúan temporalmente. Nos informa sobre si es día o noche, así como cuando se avecina una gran tormenta. Es muy importante este último dato ya que, en el final de la historia, el estado meteorológico cobra su cierta importancia e incluso se convierte en protagonista en ese momento, intensificando el desenlace.

Llama la atención que la película se desarrolle en una casa-molino, entera de madera, en medio del campo y alejada del ruído de la ciudad. Este uso de la madera se complementa perfectamente con el de la música, que en mi opinión, es inmejorable. La elección de un clavicordio y sus agudísimas notas es el acompañamiento perfecto para los momentos de tensión. Además, tanto el decorado de madera como la música, nos transporta a las antiguas obras de teatro de la Edad Media que solían llevar este tipo de instrumento.

Lo más significativo en esta película es sin duda la interpretación de Michal Caine, Dyan Cannon y el desaparecido Christopher Reeve. Al principio puede resultar un poco sobreactuado, pero con el desarrollo de la trama, el espectador se da cuenta que la película plantea lo mismo que les está ocurriendo a los personajes. Sydney Lumet introduce el recurso de la meta-obra, de la historia dentro de la historia; y ese thriller policíaco que prepara Clifford es en realidad lo que les está pasando a los protagonistas.
El carácter de los personajes es completamente opuesto; la inestabilidad emocional y la arrogancia de Sidney establecerán un perfecto tándem que se desestabilizará con la llegada de la astucia de Clifford.

Nada hace presagiar la estabilidad matrimonial de la pareja, pero todo es apariencia, todo es mentira. Las relaciones entre los personajes son una farsa. Lo que prevalece es la lucha por el éxito, aunque tengan que rodar cabezas.
Tras la muerte de Myra, la película derivará en la lucha de egos: Sydney VS Clifford. Al haber una relación más allá de la profesional, en la que intentan coproducir una obra, parece impensable que se pasen por alto los valores del respeto, el amor y la confianza. Casi siempre se muestra como el malo y el calculador a Sidney, pero Clifford lo tiene todo perfectamente calculado

La obra engancha al espectador porque está plagada de constantes giros. La sorpresa y el desconcierto son constantes; y la participación del espectador, aún mayor. Hace que se posicione del lado de uno u otro personaje para que a los dos minutos cambie de opinión. Es imprevisible que el falso asesinato del joven Clifford sea una perfecta artimaña para matar a Myra. Este primer giro desorienta al espectador, pero aún más cuando la complicidad de Sydney y Clifford va aún más allá de la relación profesor – alumno. ¡Son pareja!

La trama parece complicarse e incluso podemos sentirnos como si estuviéramos jugando al mismísimo
Cluedo. ¿Quién miente?; ¿Quién es el bueno, quién el malo?

Otro personaje que cobra mucha importancia es el de la vidente. Nos da información futura de la historia, nos adelanta acontecimientos. Lo que le permite a Lumet jugar con la mente del espectador. Nos esperamos que ocurra algo de lo que ya estamos prevenidos, pero no ocurre como nos lo hemos imaginado. Responsable de esto son los giros y la inteligencia de los personajes. Todo está cuidado al milímetro. Los símbolos y los detalles aluden siempre a referencias teatrales del propio Sydney, bien conocidos por su propio alumno Clifford, que le permitirá siempre salir airoso del complot del exprofesor. (¿Cómo es posible que supiera que Sidney se había equivocado de pistola?)

Hay un momento de inflexión en el desarrollo, al principio del tercer acto. Se establece una extensa conversación entre los protagonistas en la que no se sabe muy bien a dónde quiere llegar Lumet. Se rompe el ritmo de la película y se puede hacer un poco pesado. Pero todo presagia un sorprendente final.

La última escena se intensifica con la tormenta y con la llegada de la temida vidente y sus constantes palpitaciones negativas. El clímax de la historia, en donde ambos protagonistas luchan por la autoría de una obra que no debe ser representada por el más que posible esclarecimiento de la muerte de Myra, se resuelve con el mútuo asesinato de ambos completamente a oscuras. La escena solo estará iluminada por los repetidos rayos de la tormenta.

Finalmente y contra todo pronóstico es la vidente la que se hace con la obra y recibe todo el éxito.

Técnicamente es muy interesante el uso de los planos y los movimientos de cámara de Lumet. La dirección se adapta al desarrollo de una mismísima obra de teatro. Planos secuencia generales y bastante largos que marcan los actos de la propia obra.
No hay ningún zoom y pocos primeros planos. Predominan los planos generales enmarcando los distintos “sets” del escenario (el salón, la cocina, el dormitorio y el rincón de las armas).

El hecho de que los planos sean tan largos hace que se valore muy positivamente la interpretación de los personajes debido al grado de dificultad de las secuencias.

Un último dato a tener en cuenta: si hemos dicho que la historia trata acerca de un autor en decadencia llamado Sidney, ¿querrá decir algo que el propio director de la película se llame también Sidney Lumet?

jueves, 6 de mayo de 2010

"Your name is Justine", Franco de Peña, 2006



  • Titulo original: Masz na imie Justine
  • Director: Franco de Pena
  • País: Polonia - Luxemburgo
  • Año: 2006
  • Interpretación: Jale Arikan, Elizabeth Bruck, Malgorzata Buczkowska, Jean-Marc Calderón, Mathieu Carrière, Anna Cieslak, Katarzyna Cygler, Fréderic Frenay, Arno Frisch, Maciej Kozlowski, Nedjad Kurtagic.
  • Género: Thriller psicológico
  • Duración: 97 min


“ Trata de blancas: la esclavitud del siglo XXI”


Your name is Justine es una coproducción alemana – luxemburguesa - polaca, realizada con fondos de Europeos como Euroimage.

Al ser Peña un director venezolano, choca que haya tratado un tema tan europeo, pero en realidad, y a pesar de que en Europa más dos mil mujeres son vendidas para ejercer la prostitución, 15.000 de ellas son de nacionalidad Polaca. Desgraciadamente, la trata de blancas es un hecho universal; es decir, esta historia, más allá de Polonia y Alemania, perfectamente podría extrapolarse a Asia o Latinoamérica.

La sensibilidad del director por este tema le ha impulsado a dirigir este drama tan crudo que representa una realidad que muchos no quieren atender. Datos curiosos de la preproducción del film apuntan que mientras Franco se documentaba e investigaba para realizar la película, se encontró con el rechazo y la negativa de ciudadanos alemanes, polacos y franceses que hacían oídos sordos a este tema. Probablemente por prejuicios hacia las prostitutas. Aunque habría que señalar, que la mayoría de ellas no lo son, sino que son engañadas y raptadas para ese fin precisamente.

Hablamos de una película que bebe directamente de las películas del realizador polaco Roman Polanski. “Especialmente El Inquilino y Repulsión fueron determinantes para establecer la estética y la narrativa del suspenso que usé”, afirma de Peña.

En cuanto al argumento, se narra el calvario que vive Mariola al ser vendida por su propio novio con el fin de ser esclava y sometida a la prostitución.
Mariola se nos presenta como es una joven inocente y responsable, que vive con su abuela sola en Polonia. Mantiene una relación sentimental oculta con un ex-compañero de clase, Artur, de la cual sólo serán conocedoras sus dos amigas más íntimas. Artur le propone emprender un viaje por Europa con un primer destino, Alemania. Es allí donde él mismo la venderá y la someterá a la prostitución.

Este film se integra dentro de la clásica estructura narrativa de los 3 actos. El desarrollo del argumento es lineal, progresivo. Los acontecimientos suceden de tal forma que irán tintando de gris la dulce vida de la joven Mariola. El primer contraste que se aprecia es el clima afable y naif de las chicas bebiendo vodka en la cama, deseando una nueva vida donde poder librarse de ese frío trabajo en la cámara frigorífica con el duro destino con que le esperará después.

La primera escena deja en el espectador una sutil huella que tras finalizar la película, puede encontrarle cierto sentido. Es una especie de pista que se le anticipa al mismo en la que se resume simbólicamente el film con 3 elementos: los cerdos, el cuchillo y la carne que tiene que cortar Mariola para ser aceptada en el trabajo.

El ritmo del film es adecuado hasta cierto momento. Cuando Mariola es raptada por su novio se vive el momento más tenso de toda la película, a continuación, se puede apreciar un cierto estancamiento en el desarrollo de la historia. El intento de mostrar las dos semanas que los proxenetas dejan a la joven a cargo de Niko para que se “conciencie” de su nuevo trabajo, puede resultar extenso. Es exagerado dedicarle tanto tiempo fílmico a tal hecho, pero cierto es que también llega a ser necesario para entender el estado psicológico y mental que sufre la joven, a partir de ahora, Justine.

En estas dos semanas, que abarcan la mitad del 2º acto, vemos como sufre varios intentos de suicidio, de escapar, de oír voces, de autodañarse… siempre dejándonos entre ver la actitud positiva y las ganas de vivir de la chica ante tal situación. Todo ello reflejado en una sucesión de primeros planos a la chica. Mariola se resiste a tirarse por la ventana, e incluso a cortarse las venas con el cristal, que usa para cortarse el pelo en un acto de rebeldía. Es admirable la puesta en escena de Anna Cieślak. Los gestos, las miradas, el tarareo de la triste canción infantil crean un ambiente desquiciante, de locura extrema, ayudado en gran parte por la caracterización mediante pelucas y el demacrado aspecto de su rostro.

La otra mitad del 2º acto se inicia cuando Niko, la “salva y protege” y se la lleva supuestamente para llevar una vida mejor. Justine es engañada por segunda vez. Seguirá siendo una esclava sexual, solo que en otro lugar. La vida de la chica, empezará a tener otro color. Se nota en este momento un cambio brusco en el escenario. Desde que la joven es secuestrada vive encerrada en un piso franco, en el extrarradio de la ciudad. Un lugar abandonado, gris y muy frío, donde las paredes de color oscuro casi asfixiante, encierran un salón decorado con unos muebles austeros. El lugar es aún más desolador al apreciarse el tapiado de las ventanas por ladrillos y cemento. La sensación de soledad es tal que Mariola se ve impulsada a querer saltar los 4 pisos que la separan del suelo varias veces. Pero lejos de eso, un fallo de su “daddy” será el detonante para escapar con Niko. Cuando esto ocurre, se cambia completamente el estilo del decorado. Su otra vida se presenta en un piso muy luminoso, decorado con colores más cálidos donde Justine gozará de una semi-libertad.

A partir de este momento, la historia transcurre sin pena ni gloria, el argumento pierde fuerza y la historia se suaviza bastante. Se suceden escenas repetitivas e innecesarias como el paso de clientes a la habitación de la chica donde Peña quiere dejar claro las ansias de escapar de Justine. Tras este cuarto de hora de relleno, se nos aproxima hacia el final. Bastante decepcionante. Nada que ver con la tensión inicial escenificada con la triple violación y los gritos de la chica. Creo que el argumento de la llamada al timbre de la casa, es bastante fácil, así como era también es bastante previsible que utilizara el cuchillo con el que corta la cebolla para vengarse y matar a Artur. Pero es más torpe aún mostrar durante 10 minutos como Niko mira a través de la cámara a todo el que llama, y finalmente abra la puerta a un desconocido sin verlo por la mirilla.

En cuanto a la resolución del argumento, vuelvo a decir por segunda vez, decepcionante. Es donde pierde la consideración de “Película” para pasar a considerarse Telefilme. No cuadra que Franco extienda tantísimo la trama para luego querer resolverla en los últimos cinco minutos. Se mete con calzador un arresto, un encierro en prisión de 3 años de duración y una vuelta a Polonia, donde se reencuentra con sus amigas. Sinceramente, con la detención de la chica podría darse por finalizada la historia. Resulta bastante redundante el proceso hasta que vuelve a la tumba de su anciana abuela, que por cierto, apenas queda reflejada ni una lágrima de dolor.

Tras todo lo ocurrido, parece que solo hacen falta 30 segundos de reflexión para darle a entender al espectador que Mariola ha superado todos sus traumas y que vuelve a ser “feliz” corriendo por la playa.

martes, 9 de marzo de 2010

Perfeccionismo

Después de releer y releer...he modificado mi crítica intentado aportar más impresiones que había olvidado poner en la que había publicado el domingo.
Por cierto, he de decir que de Carlos Saura sólo conocía "Sevillanas", 1992 y "Deprisa deprisa", 1981. Esta última la ví varias veces de pequeña porque me gustaba mucho :)